Un buen día Helios, el Sol, los vio en la cama y corrió a contárselo a Hefesto. El herrero forjó una
red metálica invisible pero inquebrantable y la colocó de un extremo a otro de su cama esperando la
oportunidad de vengarse.
En la siguiente ocasión en que Ares y Afrodita se encontraron en el lecho se vieron atrapados por una
red invisible de la que no podían escapar. Hefesto convocó a todos los dioses para poner en evidencia
a los adúlteros, pero según lo cuenta Homero en la Odisea, no se sabe bien quién pasó más vergüenza,
si los amantes descubiertos o el marido engañado. Se formó un escándalo monumental: Hefesto exigiendo
la devolución de la dote, los dioses carcajeándose y más de uno deseando ocupar el lugar de Ares.
Finalmente Poseidón intercedió en favor de los amantes ofreciéndose a pagar él la dote con la intención
de ganarse las simpatías de Afrodita, algo que consiguió. Y con el mismo objetivo Hermes intervino para
suavizar los ánimos obteniendo el agradecimiento de Afrodita en forma de un hijo, Hermafrodito.
Como era de esperar, la relación de Afrodita y Ares no terminó en este episodio sino que se consolidó.
Los hijos nacidos de esta pareja, de la violencia y del deseo, no podían ser otros que el Terror, el
Miedo, la Harmonía y por supuesto el aclamado Eros.
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